Hay que prestar mucha atención a lo que suceda la próxima semana en Bruselas durante la reunión de la Comisión de Medo Ambiente del Parlamento Europeo. Será el día 15 y se votará el dictamen sobre lo que se llama “la restauración de la naturaleza”, que suena muy bien en apariencia, pero que en la trastienda esconde graves peligros para el sector agrario de la UE. Pero ¿Qué es eso de “la restauración de la naturaleza”? Pues una iniciativa de la Comisión Europea, incluida en su Pacto Verde, que tiene como objetivo reparar el 80 por ciento de los ecosistemas europeos que se encuentran en malas condiciones, entre ellos los ecosistemas agrícolas. Así, plantea, por ejemplo, un aumento general de la biodiversidad en estos ecosistemas, con incrementos de las poblaciones de las mariposas, aves e insectos polinizadores, así como del carbono orgánico de los suelos.
Hago una traducción breve y resumida de todo lo anterior: se impondrían más exigencias de carácter medioambiental a los agricultores y ganaderos; habría más dificultades para producir y un incremento de los costes; al final, eso se podría traducir en una reducción de la producción de alimentos, lo que en pura lógica de mercado supondría la subida de los precios de los mismos. Nos encontramos, por lo tanto, ante otra vuelta de tuerca. Creo que todas las personas normales están a favor de cuidar el medio ambiente, pero, a la vez, será necesario lograr un punto de equilibrio entre esa necesidad de carácter medioambiental y la necesidad, también importante, de producir alimentos para abastecer de comida a una población mundial cada vez más creciente. Eso sin olvidar el importante factor estratégico de los alimentos.
En Estados Unidos lo tienen muy claro; en China, también; en Rusia, tres cuartos de lo mismo, igual que en la India. Pero ¿lo tenemos igual de claro en la Unión Europea? Restaurar y proteger la naturaleza, sí; producir para comer y para depender menos del exterior, también. Es necesario lograr un punto de equilibrio entre los dos objetivos, partiendo de un hecho que es incontestable: el medio ambiente mundial no es un compartimento estanco, por lo que la UE no debe ser la única que se ponga a proteger y restaurar su parte del planeta. Eso es cosa de todos, porque la tierra no tiene ya fronteras a estos efectos.