El presidente ruso, Vladímir Putin, ha prolongado hasta finales de 2021 el embargo a los productos alimentarios occidentales impuesto en 2014 en respuesta a las sanciones adoptadas por la Unión Europea, Estados Unidos y otros países por el papel de Rusia en el conflicto ucraniano.
El decreto presidencial, firmado por Putin el 21 de noviembre, ordena prorrogar hasta el 31 de diciembre del próximo año «las medidas económicas especiales» para garantizar la seguridad del país. De esta forma, Rusia mantiene la prohibición a las importaciones de productos alimentarios procedentes de los países que sancionaron a altos funcionarios, bancos, empresas y petroleras rusas después de la anexión rusa de Crimea y el estallido de la guerra en el Donbás, este de Ucrania.
La primera vez que Rusia impuso este embargo alimentario, que prolonga anualmente, fue en agosto de 2014 contra la UE, Estados Unidos, Australia, Noruega y Canadá, a los que sumaría en 2015 Albania, Montenegro, Islandia y Liechenstein, y en 2016 la propia Ucrania.
A los productos cárnicos, lácteos, pescado, verduras y frutas, Moscú les añadió en 2017 cerdos vivos y diversos subproductos y grasas animales. Además, Putin ordenó posteriormente que todos los productos perecederos occidentales que entren ilegalmente en el mercado ruso deben ser destruidos.
La UE, que no reconoce la anexión rusa de Crimea, condiciona el fin de las sanciones económicas a Rusia a la aplicación total de los Acuerdos de Minsk para la solución del conflicto en el Donbás entre Kiev y los separatistas prorrusos. Además, la UE califica esta anexión como “violación del derecho internacional”. Sin embargo, las autoridades rusas afirman qe el embargo favorece el desarrollo del sector agrícola nacional.