El desaparecido ministro Luis Planas se asemeja al marido que fue sorprendido por su mujer en el lecho con otra practicando, en este caso, el débito no conyugal. Su primera reacción fue negar lo evidente, es decir, que estuviese acompañado por otra. Preguntado por su actitud de negar la evidencia, respondió que lo importante era salvar aquel momento tan complicado y que, luego, más adelante, ya se vería.
Pues en eso anda Planas, en negar la evidencia de que hay sequía y el que venga detrás que arree. Ahí va un ejemplo. Durante los primeros días de esta semana algunos funcionarios del Ministerio han recibido un encargo prioritario: buscar sinónimos o términos que sustituyan a la palabra sequía que ha sido declarada maldita. El objetivo era que durante la reunión convocada para el jueves día 4 los representantes del Ministerio no pronunciasen esa palabra maldita: sequía. Segundo ejemplo: esa reunión ya no fue de la Mesa de la Sequía, sino de la Comisión Permanente de Adversidades Climáticas, que lo mismo vale para un roto que para un descosido.
Otra prueba de que el desaparecido Planas niega la evidencia es que, a pesar de la gravedad del problema, la reunión se celebró en una sala perdida y pequeña y estuvo presidida por un subdirector general, el de Estadística, que el pobre se las apañó como pudo para evitar la palabra maldita: sequía. Habló de un año irregular con una menor producción.
La sequía está ahí, lo quieran ver, o no
Que el desaparecido Planas, que está a la espera de otro destino, quiera salvar el momento actual, como el marido pillado un fraganti, pase. Que la subsecretaria, María Dolores Ocaña, de la que depende en teoría este asunto, pase también tiene su explicación, porque en un año no se ha enterado de nada. Pero que el resto del equipo ministerial, desde secretarios y secretarias generales a directores y directoras generales también pasen, no tiene un pase. Se esperaba mucho más de todos. Por lo que se ve, para lo único que están es para seguir a sus jefes y negar la evidencia. Allá ellos porque la sequía está ahí, lo quieran ver, o no, y con su actitud se están cubriendo de gloria, en sentido figurado claro, de cara al futuro.
Editorial de César Lumbreras