Ayer, recorriendo los playas de El Saler, en Valencia, me encontré con la arena llena de cañas, grandes troncos de madera, plásticos de todo tipo y restos de naranjas y mandarinas, productos agrarios emblemáticos de la comarca de la Huerta Sur, que habían sido arrastradas por la Dana. Y entre todo ese material también vi el esqueleto de una silla, que puse en pie. A pesar de la fuerza del temporal, todavía mantenía una cierta firmeza y su estructura era aprovechable para alguien que quiera restaurarla, poner el asiento, pintarla y barnizarla.
Pocas horas después, cuando preparaba el programa, me encontré con dos agricultores jóvenes que trabajaban un invernadero en el que cultivaban brotes verdes, flores de las que adornan los platos y también se comen y garrofón, elemento indispensable de la paella valenciana. El agua se ha llevado el invernadero y la mayor parte de lo que había debajo, salvo algunas flores y algún brote verde. A ellos se van a agarrar estos agricultores jóvenes, Rodrigo y Mario, para comenzar su reconstrucción y ponerlo en pie otra vez con la ayuda de Manuel el propietario del invernadero que se lo había arrendado
Y es que hoy toca mirar ya al futuro sin olvidar el pasado. Ese pasado marcado por los muertos en distintos puntos de España, pero especialmente en la zona de Valencia en la que estoy; de hecho, ayer se encontraron los restos de dos cuerpos muy cerca de aquí, en la Albufera. Ese pasado que quedará muy presente en el recuerdo de los heridos y de los muchos damnificados que han perdido sus bienes y sus recuerdos. Entre ellos también hay agricultores y ganaderos con daños en sus cosechas, árboles, animales, invernaderos, naves o infraestructuras de riego, por no hacer la relación exhaustiva. Ese pasado quedará ahí en la mente y volverá una y otra vez. Pero también toca mirar al futuro, restaurar esa silla y agarrarse a esos brotes verdes que han sobrevivido, como van a hacer esos agricultores jóvenes.
Para eso es imprescindible que la ayuda sea rápida, efectiva, fácil de conseguir y que los responsables de las diversas ventanillas a las que hay que acudir, bien privadas o bien públicas, sean, ante todo, humanos y también efectivos. Se trata de evitar que suceda lo que ha pasado en catástrofes anteriores, en las que los damnificados se han visto obligados a hacer un vía crucis administrativo para, al final, quedarse sin nada, o recibir una miseria. Esto no puede repetirse y habrá que seguir con mucha atención lo que suceda en el futuro, cuando este asunto deje de figurar en las primeras páginas de los medios informativos. Para que esos brotes verdes tiren adelante, hace falta la ayuda de todos. Las tierras que han sufrido la Dana no se pueden quedar solas.