Un riego deficitario controlado (RDC) de los tomates aumenta el contenido en polifenoles y ácido L-ascórbico de estos frutos, lo que contribuye a mejorar su sabor y su valor funcional. Así lo recoge una investigación llevada a cabo por varias Universidades, Centros e Institutos.
En concreto, han participado en la investigación; la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), la Universidad Jaume I (UJI) de Castellón; el Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (INTIA SA), el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA); y Centros, como el de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX).
Según el estudio, el uso combinado de variedades con alto contenido de licopeno, su cultivo en zonas más favorables, y «el menor riego controlado» favorece la obtención de tomates que ayudarían a prevenir enfermedades degenerativas.
Uno de sus investigadores, Jaime Cebolla, ha apuntado que cada vez los consumidores prestan más atención a la capacidad de los alimentos para prevenir el desarrollo de enfermedades o contribuir a una buena salud en general, lo que se llama el valor funcional de los alimentos.
«En el tomate este valor funcional viene condicionado especialmente por el contenido en carotenoides (beta-caroteno y licopeno), ácido L-ascórbico (vitamina C) y polifenoles, que ayudan a prevenir determinados tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares«, ha añadido.
Trabajo de campo
Los investigadores evaluaron el impacto y eficacia de un riego deficitario controlado para aumentar el valor funcional del tomate.
Para ello, restringieron el riego «una vez los frutos ya han cuajado, con el objetivo de reducir el uso de un recurso cada vez más escaso como es el agua y mejorar su sabor», ha explicado Raúl Martín, otro de los investigadores que participaron en el estudio.
No obstante, existe una «importante interacción genotipo-ambiente», es decir, la respuesta de cada variedad cambia en función del ambiente de cultivo. En este caso, se evaluaron las respuestas en dos de las principales zonas productoras de tomate de industria: Extremadura y Navarra.
Por último, los investigadores han señalado que para optimizar el valor funcional es fundamental seleccionar las variedades y zonas de cultivo que maximizan la acumulación de este tipo de compuestos (polifenoles y el ácido L-ascórbico).