La semana ha sido movida. Principalmente en Francia, pero también en otros Estados miembros de la Unión Europea (UE), entre ellos en España. Aquí han comenzado las que bien podrían denominarse «las tractoradas del guasap», ya que se han convocado por este medio y al margen de las organizaciones agrarias. Arrancaron en la provincia de Zamora y se han concentrado sobre todo en puntos de Castilla y León. Para la semana que viene se anuncian múltiples protestas. Las reivindicaciones son muchas, pero, si hubiese que destacar tres, serían las siguientes.
La primera es la complejidad de la nueva PAC y la gran carga burocrática: la propuso la Comisión Europea, la negoció Luis Planas en Bruselas, que la impuso en España mediante su Plan Estratégico Nacional, sin contar con el aval de los consejeros de Agricultura y sin negociar con el sector.
El segundo grupo de reivindicaciones se refiere a los precios y a la competencia de los países terceros: de entrada, la Ley de la Cadena Alimentaria de Planas no funciona y no sirve para garantizar unos precios remuneradores a los agricultores y ganaderos; de salida, el Gobierno español, con Pedro Sánchez a la cabeza, ha ratificado los acuerdos comerciales negociados por la Comisión Europea con países terceros, creando una competencia desleal a los productores y ganaderos comunitarios, españoles incluidos.
El último ejemplo es de esta misma semana y se refiere al pacto con Mercosur, que el Gobierno de Sánchez y Planas quieren que se cierre ya, con lo que eso puede suponer para el campo español; desde Francia, Irlanda y Austria, por ejemplo, rechazan ese acuerdo comercial. Las espadas siguen en alto. El tercer grupo de reivindicaciones se refiere a la ganadería y al bienestar animal. Ha sido Teresa Ribera, con el beneplácito de Luis Planas, la que decidió aumentar la protección al lobo en nuestro país, basándose otra vez en la normativa de la UE que llega desde Bruselas. En resumen, que Luis Planas tiene mucho que ver en lo que ha pasado en estos cinco últimos años.
Recuerdo que, hace cuatro, en 2020, el campo español protagonizó la mayor oleada de protestas, hasta ahora, de este siglo. Se acabaron debido a la pandemia. Antes, el ministro de Agricultura, que también era Luis Planas, se reunió con las organizaciones agrarias y cerraron una serie de acuerdos con medidas concretas. Y ahora llega el momento de la verdad: cuatro años después, ¿Cuántas de aquellas promesas se han plasmado en la realidad? La verdad es que pocas, muy pocas.
Y, vuelvo a Bruselas: mientras una gran parte del campo europeo protestaba, esta semana se han reunido allí los Jefes de Estado y de Gobierno en una nueva Cumbre. Vista la situación, parecía lógico que hubiesen dedicado unas horas a estudiar la crisis para adoptar medidas y frenar el descontento. Pues no fue así. Demostraron una vez más que están alejados de la realidad y dejaron el problema en manos de la Comisión Europea. Una Comisión Europea a la que ayer Luis Planas culpó de la situación actual, como si él no hubiese tenido nada que ver, cuando a lo largo de cinco años y medio ha ido dando el visto bueno a todas las propuestas que se ha presentado desde Bruselas. Insisto, Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, es uno de los mayores responsables de lo que sucede ahora en el campo español.