«La Venganza del Campo» es el título del último libro de Manuel Pimentel, editor, escritor e ingeniero agrónomo. En su portada se pregunta «¿por qué el sector primario es pisoteado y perseguido por la misma sociedad a la que da de comer?» Más abajo hay un párrafo en el que afirma que «el campo se vengará al modo bíblico, con escasez y brutal encarecimiento de los alimentos, de la sociedad que lleva décadas despreciándolo». Yo no lo descarto y la verdad es que no lo deseo.
En ocasiones anteriores ya he contado que son muchos los oyentes que me comentan que, aunque no tienen ni una tierra, ni una maceta, ni relación con el campo, pues que escuchan AGROPOPULAR. Yo siempre respondo lo mismo: ¿usted come todos los días? Ellos dicen siempre que sí. Y entonces pongo de manifiesto que esos alimentos salen del campo y de la pesca, por lo que todos tenemos mucha más relación con el sector agrario de lo que pensamos.
«El campo se vengará al modo bíblico, con escasez y brutal encarecimiento de los alimentos, de la sociedad que lleva décadas despreciándolo»
Y todos los consumidores nos hemos acostumbrado a lo largo de los últimos años a abrir la nevera o el armario de la cocina y encontrarnos con los alimentos que nos gustan, que hasta hace poco habíamos comprado a precios asequibles, y que son, además, seguros. Y consideramos que ese es un derecho adquirido. Y no es así. Ese derecho hay que ganárselo día a día. Y, en la Unión Europea (UE), España incluida, no se camina en ese sentido, porque cada vez hay más trabas de todo tipo para producir alimentos, lo que hace que aumenten los costes de producción para los agricultores, ganaderos y pescadores. Y eso se tiene que notar en los precios que pagamos los consumidores. La época de alimentos a precios asequibles en la UE se ha terminado, por lo menos a corto y medio plazo. Y esperemos que el problema se quede ahí, en los precios, y no llegue a un cierto desabastecimiento.
La época de alimentos a precios asequibles en la UE se ha terminado, por lo menos a corto y medio plazo
Y es que la seguridad alimentaria, tanto en cantidad como en calidad, es un factor estratégico de primer orden. En Estados Unidos lo tienen claro; en Rusia también; en la India, tres cuartos de lo mismo. ¡Y qué decir de China! Voy a dar tan solo tres datos de este último país. Los chinos tienen en su poder en este preciso instante 132 millones de toneladas de trigo, lo que supone más de la mitad del total mundial; en el caso del maíz, el Gobierno de Pekín controla casi dos tercios de las existencias mundiales; por último, el gigante asiático dispone de 9 de los 23 millones de toneladas de algodón que hay en el mundo.
Y, lo que es más importante, China fabrica casi el 70 por ciento de los principios activos que se utilizan para fabricar los productos fitosanitarios (las medicinas de la agricultura). Son datos para reflexionar y no para estar tocando el violón como hacemos en la UE ¿Llegará un día en el que abramos la nevera y no encontremos yogurt, por ejemplo? No lo deseo, pero visto cómo van las cosas tampoco lo descarto.