Unos 6.000 viticultores del sur de Francia, según datos de los organizadores, protestaron el pasado 25 de noviembre en Narbona contra las importaciones de vino español y para pedir ayudas por la difícil situación que viven.
Convocados por las organizaciones agrarias FNSEA y la Unión de Jóvenes Agricultores (JA), los manifestantes acusaron al Gobierno de no hacer nada frente al daño que sufren, aseguran, por la entrada de vino procedente de España que, señalan, tira por tierra los precios.
«Señor ministro, es indispensable actuar rápidamente», insistió Jérome Despey, vicepresidente primero de la FNSEA y viticultor de la región de Hérault, ante una densa multitud congregada en la plaza del ayuntamiento de Narbona (Aude), que exhibía pancartas con lemas como «Queremos vivir de nuestro oficio», «La viticultura arruinada» y «La viticultura ya no alimenta a nuestros hijos».
Esta nueva protesta se produjo a pocos días de que el ministro de Agricultura, Marc Fesneau, acuda a la región para proponer ayudas para el sector, muy afectado por la inflación y la sequía.
La protesta, cerca de la frontera con España, transcurrió sin incidentes, en contraste con los del pasado 19 de octubre, cuando los manifestantes bloquearon una autovía para impedir la entrada de camiones cargados con vino español. Quemaron neumáticos sobre el asfalto y controlaron a varios camiones en busca de vino, cuya carga vertieron sobre la calzada.
Los viticultores franceses denuncian las difíciles condiciones actuales por las bajas cosechas, motivadas por las malas condiciones climáticas y el encarecimiento de los costes de producción por la inflación. Sin embargo, señalan que los precios de los vinos no suben a causa de las importaciones a granel desde España.
